Palomitas con choco

Críticas de cine, desde Huelva

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El gran dictador

Título: El gran dictador

Dirección: Charles Chaplin

Interpretación: Charles Chaplin, Paulette Goddard, Jack Oackie, Reginald Gardiner.

USA. 1940

 

 

 

 

 

 

-“Ario no, sagitario”

-“Obreros que quieren ir a la huelga… fusílelos a todos, no quiero obreros insatisfechos”.

 

El mundo en un globo.

 

Clasicazo imperecedero y una de las mejores parodias jamás filmada. Charles Chaplin hace una película muy valiente, antes incluso de la II guerra mundial, interpretando a dos personajes (uno un barbero judío y otro el mismísimo Hitler)  que comparten el mismo espacio y el mismo tiempo permitiendo ver el problema del auge del nazismo desde los dos puntos de vista con un irreverente sentido del humor.

Desde los delirios de poder del dictador Hinkel, hasta las payasadas del barbero amnésico que ha pasado gran parte de su vida en un centro psiquiátrico sin saber la progresiva reclusión que había ido sufriendo el pueblo judío, todo resulta brutalmente cómico, pero al mismo tiempo vislumbra una nada sutil crítica lacerante hacia el régimen del III Reich, (Tomania en la película) y a las consecuencias humanas que tenía ese abominable sistema político sobre los habitantes de los guetos.

Los dos personajes, aunque maniqueos, están muy bien construidos incluso en la absurdez que representan, y son sus personalidades, en sentidos contrapuestos, las que arrancan las sonrisas del espectador.

El paso del tiempo sólo ha tenido un par de inconvenientes para la película, por un lado, que el tipo de humor (en general brillante e incluso inteligente) a veces tiene ese toque de ‘Pepe Viyuela’ muy hilarante en la época pero un tanto zafio en la actualidad. Por otro lado, la ambientación tiene decorados de cartón piedra bastante falsos, especialmente en la escena del tren de cartón que llega con otro dictador en su interior (referencia a Mussollini) y que es realmente inverosímil por la ‘cutre’ escenografía achacable sin duda a la falta de medios de la época.

Para compensar tiene escenas memorables, mítica es sin duda la del juego del globo terráqueo en plena efervescencia de poder de Hinkel que ha pasado a engrosar la lista de escenas inolvidables de la historia del séptimo arte.

Del mismo modo, el discurso final con el que concluye la película, un canto inigualable a la paz, la igualdad y la convivencia de las culturas, es emotivo, certero y le da más trascendencia a la película, la ensalza y pone un broche de oro para cerrar una historia divertidísima y crítica.

 

Nota: 7

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