Delicatessen
Dirección: Jean Pierre Jeunet, Marc Caro.
Interpretación: Dominique Pinon, Howard Vernon, Chick Ortega.
Francia. 1991
-“Ellos se comieron a Livinsgton”.
-“Como siempre lo rompo todo tengo un duplicado de cada cosa”
-“El de arriba ya está durando demasiado, tenemos hambre”.
Gracioso canibalismo.
Delicatessen es una de las obras más dinámicas, innovadoras y originales que ha dado la historia del cine. Con un guión delirante e irrepetible, único en su especie, y una estética propia de la que contagiaría en parte a Amelie con posterioridad, este film es ante todo único, con un universo singular aunque un tanto rebuscado que le hace perder parte de su esencia cinéfila y parecerse más a un cómic de humor que a una película. Es sin embargo, y pese a su apariencia una película. El humor macabro, las situaciones surrealistas en un mundo inventado casi de otra esfera, la fotografía chirriante, con rojos y marrones que estallan en las pupilas, los personajes casi deshumanizados, monigotes al servicio del humor en la mente del director. Esa sinfonía visual, esa atmósfera concerniente a un mundo paralelo donde todo está más vivo pero a la vez es más irreal. Dejando a un lado un par de momentos ridículos y una dirección actores algo débil en ocasiones, Delicatessen funciona a la perfección como comedia negra sin dejar de lado cierta ternura. Y es que el elemento que mejor funciona en la narración es el de mezclar ese ambiente sórdido y caníbal en el que se anima a la antropofagia con una escenografía casi de dibujos animados, una mezcla que funciona maravillosamente restando sordidez y añadiendo humor al propio guión. Curiosísima propuesta, absolutamente excéntrica que se sale del guión de todo lo imaginable.
Nota: 7